Comunicado
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Toda comunidad es una comunidad

© OIM Chile.

Cuando Carlos Guzmán llegó a Chile desde Perú, donde había vivido por un año desde que migró de su país natal, Venezuela, su gran preocupación era encontrar un trabajo; se desempeñó como reponedor, llegando incluso a tener tres trabajos simultáneamente. Un día se dispuso a entregar currículum vitae, llegando a un edificio en Providencia. Entregó el documento el 16 de septiembre de 2018, cerca de las Fiestas Patrias del país; ya para el 1 de octubre se encontraba trabajando como conserje. A la fecha, lleva más de tres años en el edificio que, además de ser donde se desempeña laboralmente, se ha transformado en su hogar, ya que desde el 2020 vive con su esposa e hijo en el inmueble.  

Cuenta que, antes de lograr traer a Chile a su “pequeña familia” como le llama, las opciones sólo eran dos: si todo avanzaba positivamente, se los traería; si no, se devolvía a Venezuela. Y las cosas funcionaron. “Yo había ido por países en calidad de turista, nunca pensé trabajar en tierras ajenas como se dice”, comenta Carlos, que agrega, que, a pesar de algunos “altibajos”, como menciona, “trato de pensar en la familia, en la pequeña familia que tengo, en tenerlos lo más cómodos posible y brindarles calidad de vida; cuando tienes los lazos que te pueden unir sientes más energía. Cuando estaba aquí solo, yo decaía, pero las palabras de aliento subían los ánimos”.  

Ya asentado en la capital de Chile, con trabajo estable y la familia junto a él, Carlos comenzó a buscar formas de vincularse con la comunidad, y las encontró en fechas de celebración: Navidad y Halloween, fiestas que hoy tienen un matiz particular para la pequeña comunidad del edificio, especialmente para los niños, niñas y adolescentes que habitan en él. Por segundo año consecutivo, y tomando las precauciones pertinentes por la pandemia de la Covid-19, ha logrado que los niños y niñas del edificio se reúnan el 31 de octubre y, gracias a cooperaciones de vecinos y vecinas, puedan recibir dulces. El año pasado él y su esposa personalizaron cajas para cada niño y niña acorde a sus dibujos animados preferidos.  

Casi dos meses después, para Navidad, gestionó junto a la Municipalidad de Providencia la entrega de regalos para cada niño y niña del edificio, quienes bajan a buscarlos al árbol que él junto a su familia y compañeros de trabajo armaron en el hall de entrada.   

Cuando se le pregunta qué significa crear comunidad para él, Carlos responde: “Comunidad para mí… yo me tomo las cosas muy en serio, ¿sabes? Siempre estoy muy atento a todos los residentes para darle las herramientas, mantenerlos informados. Y comunidad más que todo para mí es familia, recibir esa reciprocidad de ambas partes”, menciona, agregando que se siente muy satisfecho “cuando se comparte en comunidad por la alegría de las personas y por lo menos, ahorita, en tiempos de pandemia, es un pequeño break que se le da a la comunidad para despejarse, compartir y drenar un poco el estrés”.