Carlos salió hace seis años de Venezuela, tomó la decisión de partir con diecisiete años recién cumplidos, cerca de Navidad. Decidió salir de su país por diversas razones, pero según comenta, principalmente porque el lograr acceder a una alimentación adecuada, se había vuelto muy difícil: “allá hay trabajo, pero para sobrevivir, comer un día son 20 dólares y allá para hacer 20 dólares es mucha plata”. 

Pasó tres años viviendo en Quito, Ecuador, donde trabajó en un mercado mayorista descargando mercancías, en un restaurante y en el rubro de construcción. No obstante, luego de un tiempo el acceder a trabajos se tornó difícil: “todo se complicó y uno vive para comer y el arriendo”. Debido a esto, decidió trasladarse a Chile para “ver si puedo progresar más”, como señala, agregando que él está dispuesto a desempeñarse en cualquier rubro laboral: “yo trabajo en lo que sea, lo que me salga; por ahorita me están ofreciendo ir al campo a cosechar limones y eso es lo que voy a hacer”. 

Su viaje a Chile duró aproximadamente tres semanas, salió con una mochila y se movilizó a pie y también en camiones. “Migrando así el venezolano sufre más por lo que nos toca caminar, o nos quedamos sin plata en el camino y nos toca pedir. A mí no me gusta pedirle nada a nadie y sé que a más de uno tampoco, pero es mejor pedir, que hacer maldades porque si uno no pide, se muere de hambre”, explica, agredando que "vine acá con la esperanza de aportar y progresar en mis planes de vida”.

Al llegar a Colchane, en la región de Tarapacá, Carlos recibió un kit de higiene y otro de alimentación. Los primeros se entregaron a 238 grupos y familias, alcanzando a 836 personas entre marzo y junio; mientras, los segundos beneficiaron a 878 personas en el mismo periodo de tiempo. 

“Me han ayudado muchísimo, estábamos pasando hambre, y nos levantaron a todos. Ustedes siempre nos apoyaron aquí”, manifiesta Carlos. 

Vine acá con la esperanza de aportar y progresar en mis planes de vida

SDG 10 - REDUCCIÓN DE LAS DESIGUALDADES